Por Maite Sánchez, alumna en prácticas en Santa Cruz Estudio Jurídico.
En la mayoría de grados universitarios, así como en másteres, los alumnos realizamos en nuestro último período como tal él, en ocasiones temido, practicum. Cierto es que a simple vista cuanto menos ocasiona vértigo el enfrentarse en primera persona al mercado laboral y salir de la burbuja protectora en la que con frecuencia se convierte la universidad, pero también es igualmente cierto que la experiencia puede ser de lo más gratificante.
Utilizando como ejemplo mi propia experiencia personal, cabe decir que mi periodo de prácticas ha sido, sin duda alguna, inmejorable. He conseguido plasmar los conocimientos obtenidos no sólo en el Máster de Abogacía sino también en mi etapa de Grado en Derecho, abordando materias que hasta el momento no había tenido la oportunidad de estudiar y conociendo la vertiente más práctica del Derecho.
Sin duda el obtener una experiencia enriquecedora no únicamente depende de la actitud del alumno, sino que entran en juego varios factores como son las materias y el despacho profesional donde las llevas a cabo.
A lo largo de este periodo de prácticas he conseguido obtener una visión global de la abogacía en sí y de su práctica diaria, y en concreto he aprendido a valorar la importancia de realizar un estudio exhaustivo de cada uno de los casos que representas. Pero todo ello no hubiera sido posible sin los profesionales que he encontrado en el despacho, los cuales se han volcado en enseñarme la práctica en sí del derecho así como las vicisitudes inherentes a la misma, ya que incluso me han ayudado en los problemas que me han ido surgiendo facilitándome la comprensión de algunos de los supuestos más enrevesados, pero en esencia lo que han hecho ha sido hacerme pensar por mí misma sin imponerme sus propios criterios.
De hecho, si alguna vez os habéis fijado con detenimiento en un grupo de aves volando en el cielo os habréis dado cuenta de que la mayoría de bandadas acaba formando una especie de letra ‘’V’, con una de ellas liderando y el resto ocupando una posición escalonada detrás. El por qué de esta formación tiene una explicación muy lógica, en cuanto que el motivo de volar en formación en V es el de lograr que los pájaros que van detrás agitando sus alas permitan un impulso extra al ave que ocupa una posición delantera, minimizando los efectos de la corriente descendente en detrimento de las alas del líder.
Dicha analogía puede parecer, equivocadamente, fuera de contexto en relación con la temática del presente artículo, pero todo lo contrario, del mismo modo que las aves consiguen un mayor grado de productividad con su trabajo en equipo, he tenido la oportunidad de experimentar la gran importancia de colaborar entre compañeros en el ámbito de la abogacía.
Si bien a prima facie podría parecer que la profesión de abogado es individualista, cabe mencionar que el respeto y compañerismo existente en el despacho profesional donde he realizado mi practicum ha constituido uno de los pilares fundamentales del éxito que atesoran en el ejercicio, por cuanto la sinergia les permite alcanzar grandes triunfos profesionales.
Cierto es que aún queda un largo camino por recorrer, pero al menos creo que he logrado establecer una magnifica base desde la que comenzar mi ejercicio como abogado, así como obtenido un magnífico aprendizaje ya que como sabiamente Sócrates dijo ‘La educación es el incendio de una llama, no el llenado de un recipiente’.
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